Las personas atravesamos momentos evolutivos a
nivel individual, que nos ofrecen aprendizajes propios
de la edad que tenemos y se pueden ver agrupados
en ciclos de siete años.
Voy a comentar unas cuantas de estas etapas únicamente a modo de “mapa” por si os resuenan.
Es importante conocerse y conocer en qué momento vital nos hayamos, para sentirnos más
centrad@s, segur@s y saber que hay cosas
que surgen porque “es lo que toca” de modo natural.
Pero creo que también es importante saber que cada un@ somos únic@s y que a veces vivimos ciertas etapas a un tiempo diferente al que
la sociedad espera, o del que deseamos nosotr@s
mism@s. También puede ser que debido a un profundo trabajo personal o a las exigencias de la vida,desarrollemos cualidades de etapas más maduras a una edad temprana.
Por eso digo que es sólo un mapa, pero muy útil ;).
Para un joven adulto la etapa de los 21 a los 28,
marca un periodo en el que se encentra realizando un
camino profesional, que puede haber sido vocacional
o no, establece una relación de pareja y se pregunta qué valor tiene para los demás.
Cuando nos adentramos en los 28 y hasta los 35,
las cosas cambian y surge una necesidad de maduración y seriedad, para conformarse como adulto.
Suelen llegar los niños, buscamos un trabajo duradero…pero según llegamos a los 35
internamente nos preguntamos:
¿me pasaría toda la vida haciendo este
trabajo?, ¿qué es lo que realmente me inspira y motiva?.
De los 35 y hasta los 42vivimos una segunda
adolescencia en cuanto a recuperar los sueños de
infancia, adolescencia y juventud. Traer ese espíritu
desde la madurez actual, puede refrescar viejos
esquemas mentales en los que nos hayamos imbuido
en mayor o menor medida, al aceptar las normas del juego adulto, que no pocas veces nos vuelven
rígid@s.
A partir de los 42 y hasta los 56, se da un periodo
en el que sale el potencial humano
que llevamos dentro.
Profesionalmente puede ser una etapa dorada.
Energía y experiencia se dan la mano. Puede que los
hijos ya se marchen del hogar y la pareja se
reencuentra tras años de crianza, pudiendo surgir
conflictos o divorcios.
La siguiente comprende de los 56 a los 63 y se acerca a la jubilación,
por lo que lo vital empieza a ganarle terreno
a lo profesional.
Puede surgir una búsqueda existencial
y de apertura hacia los demás, como por
ejemplo ejerciendo un voluntariado.
De los 63 a los 70 el sabio/la sabia interior, contempla y reconoce,
que un@ es mucho más que lo que hace
o logra y esto aporta serenidad.
La muerte se va percibiendo como algo a aceptar,
algo que nos da cierta lucidez a la hora de
discernir lo importante de lo que no lo es.
Podemos ayudar a otros desde la sabiduría.
El periodo comprendido entre los 70 a los 77 nos conduce a una paulatina pérdida de energía
y nos acerca a los pequeños y a los jóvenes, pues al acercarnos hacia el fin, el inicio se une a éste,
como en un círculo.Por ello hay más complicidad entre abuel@s y niet@s.
A partir de los 78 entramos en la recapitulación de
toda una vida y se narran historias de la biografía
personal que pueden aportar sabiduría a los otros.
Nos preparamos para la serena partida del alma hacia
el silencio.
Gracias
Rut Abad Peña